20111220

Baño de mar a media noche

Fue como si todo sucediera en un sueño. No había límites. No pensamos en las consecuencias. Solo estábamos nosotros, un pequeño grupo, no importaba nadie más. No existía nadie más.
Llegamos al lugar casi por inercia. No sabíamos a lo que íbamos. Pero el camino se hizo entretenido. No faltó en ni un solo momento de qué conversar. Aunque nos conocimos esa noche, yo sentía que los conocía hace mucho tiempo. Si no hubiese sido por la atracción que me provocaban, podría haberlos considerado mis hermanos.
Llegamos. Era difícil caminar en esas condiciones. Nunca es fácil avanzar rápido por la arena. Nunca es fácil avanzar rápido cuando estás borracho. Sin embargo, encontramos un lugar perfecto. Se veía la inmensidad del mar a nuestros pies. Podíamos sentir la brisa fresca esculpiendo nuestra piel lentamente. Mientras nuestras risas seguían inundando de sonido el lugar.
No fue necesario drogarnos. No fue necesario tener que convencernos. No veníamos preparados. Mas una mirada bastó para que todos comprendiésemos. Pararon las carcajadas y comenzaron las risas nerviosas. Ustedes dos comenzaron a besarse. Nosotros dos no podíamos hacerlo. Fue solo cuestión de segundos el despojarnos de las ropas. Ustedes, los hombres, fueron más valientes. Se desnudaron totalmente. Nosotras, en cambio, no nos pudimos desprender totalmente del pudor.
Corrimos. Nuestros cuerpos se movían al ritmo en que dejábamos caer un pie tras otro. Actuó la gravedad, el frío. Mas no nos detuvimos.
Fue dándolos las manos que concretamos el siniestro plan. Nos apresuramos arena abajo y chocamos de frente con el agua furiosa y salada. Estaba oscuro, pero se aproximaba el amanecer. Nos quedamos ahí, adentro del océano. No nos importaron los leones que nos esperaban en el límite del mundo. Rozamos nuestros cuerpos y nos hicimos uno solo con el vaivén de las olas.
La arena se coló por cada orificio de nuestros cuerpos. Quedamos rendidos. Exhaustos. Tendidos en la orilla de ese mar pobre, de todos. Nos abrazamos con cierta nostalgia. Con un cariño distinto. Con una experiencia más juntos.
El mar se quedó donde mismo estaba cuando llegamos. Pero nosotros, ya no estábamos igual que al comienzo. La arena de pronto se convirtió en el lugar más fácil por el que avanzar. Y es que en realidad íbamos volando. Saliéndonos de ese sueño. Intentando volver a nuestros cuerpos. Donde están todos nuestros temores. Y esa realidad que tanto anhelamos cambiar.