20120429

Me carga la gente feliz. Odio el amor.

20111220

Baño de mar a media noche

Fue como si todo sucediera en un sueño. No había límites. No pensamos en las consecuencias. Solo estábamos nosotros, un pequeño grupo, no importaba nadie más. No existía nadie más.
Llegamos al lugar casi por inercia. No sabíamos a lo que íbamos. Pero el camino se hizo entretenido. No faltó en ni un solo momento de qué conversar. Aunque nos conocimos esa noche, yo sentía que los conocía hace mucho tiempo. Si no hubiese sido por la atracción que me provocaban, podría haberlos considerado mis hermanos.
Llegamos. Era difícil caminar en esas condiciones. Nunca es fácil avanzar rápido por la arena. Nunca es fácil avanzar rápido cuando estás borracho. Sin embargo, encontramos un lugar perfecto. Se veía la inmensidad del mar a nuestros pies. Podíamos sentir la brisa fresca esculpiendo nuestra piel lentamente. Mientras nuestras risas seguían inundando de sonido el lugar.
No fue necesario drogarnos. No fue necesario tener que convencernos. No veníamos preparados. Mas una mirada bastó para que todos comprendiésemos. Pararon las carcajadas y comenzaron las risas nerviosas. Ustedes dos comenzaron a besarse. Nosotros dos no podíamos hacerlo. Fue solo cuestión de segundos el despojarnos de las ropas. Ustedes, los hombres, fueron más valientes. Se desnudaron totalmente. Nosotras, en cambio, no nos pudimos desprender totalmente del pudor.
Corrimos. Nuestros cuerpos se movían al ritmo en que dejábamos caer un pie tras otro. Actuó la gravedad, el frío. Mas no nos detuvimos.
Fue dándolos las manos que concretamos el siniestro plan. Nos apresuramos arena abajo y chocamos de frente con el agua furiosa y salada. Estaba oscuro, pero se aproximaba el amanecer. Nos quedamos ahí, adentro del océano. No nos importaron los leones que nos esperaban en el límite del mundo. Rozamos nuestros cuerpos y nos hicimos uno solo con el vaivén de las olas.
La arena se coló por cada orificio de nuestros cuerpos. Quedamos rendidos. Exhaustos. Tendidos en la orilla de ese mar pobre, de todos. Nos abrazamos con cierta nostalgia. Con un cariño distinto. Con una experiencia más juntos.
El mar se quedó donde mismo estaba cuando llegamos. Pero nosotros, ya no estábamos igual que al comienzo. La arena de pronto se convirtió en el lugar más fácil por el que avanzar. Y es que en realidad íbamos volando. Saliéndonos de ese sueño. Intentando volver a nuestros cuerpos. Donde están todos nuestros temores. Y esa realidad que tanto anhelamos cambiar.

20111027

Hola, tengo vergüenza. Toqué fondo, chao.

20110929

Cumpleaños...

Feliz ¿cumpleaños? Serían cuarenta y siete, pero se quedó grabada en mi vida con cuarenta y seis, llena de vida, con su hermosa sonrisa. El año pasado fue miércoles veintinueve y no la pudimos festejar, no nos pudimos colar a su cumpleaños, ni cantarle el cumpleaños feliz. Ese día tuvimos miedo, y no paró hasta que Dios se la llevó.
Nos quedó debiendo un asado, una torta, un bailoteo. Mi papá le quedó debiendo unas caipiriñas. Le quedamos debiendo sus abrazos. Nos quedó debiendo su sonrisa.
Ya ha pasado un año desde que recibió el peor regalo de todos, y sigue estando tan presente entre nosotros como siempre. Alguien lo dijo por ahí, usted aun pasando los meses que sean, está vigente. Porque la queremos, pero más que quererla de cariño, la queremos con nosotros. Queremos sus chistes, sus manos, esas que hacían cosas tan ricas: panes, tortas, empanadas; queremos sus gases, también. La queremos de vuelta, en realidad queremos pensar que nunca se ha ido.
Díganos hoy, como sorpresa por su cumpleaños, que ha estado escondida, que viajó y que decidió volver. Cuéntenos que tiene unas ganas enormes de probar las tortas de mi tío Marcelo, porque le han dicho que le quedan muy ricas. Que además quiere felicitar a los chiquillos por sus logros y que está pensando en qué vestido ponerse para acompañar a la Carito a su gala. Y que quiere contarle a sus hijos lo orgullosa que está de ellos por haber crecido como lo hicieron.
Aunque es su cumpleaños, le pido que nos regale eso. Le pido que les regale su presencia a los chiquillos, a mi tío. Echar de menos no es lo mismo que extrañar, que necesitar, y ellos, la han necesitado más que nunca y la han extrañado como no se puede extrañar a nadie más a que a una mamá. Deles ese regalo, no sea cruel, no los deje que pasen otro veintinueve sin usted, ya han tenido suficiente.
Yo por mi parte le mando un abrazo, uno apretadito, con harto cariño. Y espero no se siga haciendo la lesa con las cosas que nos debe, porque un asado no se perdona, y una torta menos. No le deseo un feliiiz cumpleaños, porque usted quedó inmortalizada, grabada para siempre en mis recuerdos, y no va a envejecer jamás, será siempre la bella mujer, de gruesos labios y sonrisa fácil, que nos daba un buen momento a todos. La quiero tía Vivi.

20110812

La incosecuencia es una característica inherente al hombre. No hay más. No podemos exigirnos más.

20110125

acá, donde mismo.

Podría escribir canciones en la mañana, mirando en pijamas por la ventana. Hablar del sol, de los pájaros, a veces del viento y saltar, tirarme lejos, correr lo más cerca posible. Arrastrarme por el cielo, revolcándome en las nubes, queriendo ser un gato, pensando como un perro. Estar vestida con tu piel, tener morado el pelo, gritar la verdad de las estrellas y hablar del pasado sin rencores ni temores, porque el presente no existiría y el futuro de los mejores sería. Aprender a gatear de nuevo, llorar por los placeres de entonces, cuando el hambre la calmabas sólo tú, sin preservantes ni trasnada. Quiero compartir con mi gente querida y brindar por mi familia. Tomar el licor, el elixir de la vida, embriagarme de abrazos y tener un vestido, de colores negros y sombras blancas. Cantar bajo el agua la afinada melodía de ayer con la voz destemplada y tener una guitarra que tenga alas, que tenga vida y que toque por sí sola, junto al piano, la armónica y el silencioso canto de las mariposas. Pero ahora mismo no sé dónde ir, porque las sábanas verdes envuelven el viciado aire de este cuarto, donde debiste estar tú, donde no hay nadie, de donde yo no puedo salir.

20101118

Y nada más

Te meten en la cabeza que somos imprescindibles, pero a la hora de saber qué tan cierto es, te das cuenta que esa verdad tiene más de mentira que de honestidad. El show debe continuar, dirán algunos, intentando excusar un olvido inevitable, porque, querámoslo o no, somos tan prescindibles como esas zapatillas favoritas, que mientras puedas las usas y le das tu "cariño", y después las botas, cuando están malas, cuando no te sirven.
Así es la realidad. No hay otra, no hay mejores. Quizás algunos dejan ese espacio que no se puede llenar, pero siempre se abrirán espacios nuevos para que entren otros y así, achicar el que dejaste hasta el punto de llegar a no nombrarte, a no recordarte, a matarte en las palabras.
No sé bien hasta qué punto somos tan únicos e importantes, porque en cualquier puesto que ocupes puee venir alguien y hacerlo mejor o, venir alguien y ser como tú y rellenar esos huecos que, te dicen, dejaste.
No creo en los cariños. Esa línea tan frágil que hay entre un te quiero y un (no)te quiero me da miedo. El pensar que esa frase se puede transformar en un arma muy poderosa que pueden usar en tu contra me aterra. Porque si tú quieres un (no)te quiero te saca lágrimas y te destruye. Porque los golpes que te dan esos en los que más confías son los que más hieren.
No somos necesarios para nadie, pero necesitamos sentirnos necesarios e imprescindibles, así ha sido siempre y nosotros no seremos la excepción. Lo horrible es caer y ver que somos uno más, uno igual al otro, uno que puede ser sacado de donde está por otro mejor que llene tu vacío, un vacío imaginario, que sólo a ti te conviene tener para no sentirte tan mierda y no creerte el cuento de que eres un ser humano más sin nada especial, sin nada que no se pueda olvidar.