20101118

Y nada más

Te meten en la cabeza que somos imprescindibles, pero a la hora de saber qué tan cierto es, te das cuenta que esa verdad tiene más de mentira que de honestidad. El show debe continuar, dirán algunos, intentando excusar un olvido inevitable, porque, querámoslo o no, somos tan prescindibles como esas zapatillas favoritas, que mientras puedas las usas y le das tu "cariño", y después las botas, cuando están malas, cuando no te sirven.
Así es la realidad. No hay otra, no hay mejores. Quizás algunos dejan ese espacio que no se puede llenar, pero siempre se abrirán espacios nuevos para que entren otros y así, achicar el que dejaste hasta el punto de llegar a no nombrarte, a no recordarte, a matarte en las palabras.
No sé bien hasta qué punto somos tan únicos e importantes, porque en cualquier puesto que ocupes puee venir alguien y hacerlo mejor o, venir alguien y ser como tú y rellenar esos huecos que, te dicen, dejaste.
No creo en los cariños. Esa línea tan frágil que hay entre un te quiero y un (no)te quiero me da miedo. El pensar que esa frase se puede transformar en un arma muy poderosa que pueden usar en tu contra me aterra. Porque si tú quieres un (no)te quiero te saca lágrimas y te destruye. Porque los golpes que te dan esos en los que más confías son los que más hieren.
No somos necesarios para nadie, pero necesitamos sentirnos necesarios e imprescindibles, así ha sido siempre y nosotros no seremos la excepción. Lo horrible es caer y ver que somos uno más, uno igual al otro, uno que puede ser sacado de donde está por otro mejor que llene tu vacío, un vacío imaginario, que sólo a ti te conviene tener para no sentirte tan mierda y no creerte el cuento de que eres un ser humano más sin nada especial, sin nada que no se pueda olvidar.

20101101

Asumir qué

Aunque ya van casi dos semanas, aún no creo lo que pasó. Siento que todo es una locura y que volverá en cualquier momento a decirnos, "pero si yo no me he ido". No puedo creer que esté dentro de un cajón bajo tierra y que, aunque podamos ir a verla, no podamos tocarla. No se darle un sentido a lo sucedido y menos formular una explicación para los que más sufren. Quizás sería más fácil que la vida a veces nos diera un por qué y no nos dejará con la incertidumbre ahí, como una espina que no nos deja vivir.
Yo estoy muy confundida con todo esto, así que no puedo imaginar ni un poquito lo que están sintiendo los chiquillos y mi tío, porque su dolor sí debe ser insoportable y su duda es la más grande de todas. Insisto en preguntarle por qué no siguió luchando, por qué no espero que el Rorrito fuera más grande, por qué se fue sin despedirse. Pero sé que nunca obtendré una respuesta y ellos también saben que no tendrán respuesta más que su compañía y su nunca dejarlos solos. Mándenos mucha fuerza tía. Acá todos deben seguir con sus vidas, continuar de una u otra forma con sus rutinas, pero para sus hijos y mi tío, usted era parte de sus rutinas y sé que jamás podrán llenar, aunque se lo propongan y se ordenen y hagan mil cosas, el espacio que su partida dejó vacío.
Hay muchas cosas que no entenderé, porque simplemente no caben en mi cabeza y la muerte es una de ellas. Fui a tres funerales en menos de dos meses y aun así no puedo entender, de hecho cada vez se hace más complicado. Las ideas van y vienen y no soy capaz ni siquiera de llorar, porque simplemente no quiero aceptar que tuvo que irse. La quiero mucho y quiero mucho a su familia también. Gracias por todo lo que nos entregó, de verdad.