20101118

Y nada más

Te meten en la cabeza que somos imprescindibles, pero a la hora de saber qué tan cierto es, te das cuenta que esa verdad tiene más de mentira que de honestidad. El show debe continuar, dirán algunos, intentando excusar un olvido inevitable, porque, querámoslo o no, somos tan prescindibles como esas zapatillas favoritas, que mientras puedas las usas y le das tu "cariño", y después las botas, cuando están malas, cuando no te sirven.
Así es la realidad. No hay otra, no hay mejores. Quizás algunos dejan ese espacio que no se puede llenar, pero siempre se abrirán espacios nuevos para que entren otros y así, achicar el que dejaste hasta el punto de llegar a no nombrarte, a no recordarte, a matarte en las palabras.
No sé bien hasta qué punto somos tan únicos e importantes, porque en cualquier puesto que ocupes puee venir alguien y hacerlo mejor o, venir alguien y ser como tú y rellenar esos huecos que, te dicen, dejaste.
No creo en los cariños. Esa línea tan frágil que hay entre un te quiero y un (no)te quiero me da miedo. El pensar que esa frase se puede transformar en un arma muy poderosa que pueden usar en tu contra me aterra. Porque si tú quieres un (no)te quiero te saca lágrimas y te destruye. Porque los golpes que te dan esos en los que más confías son los que más hieren.
No somos necesarios para nadie, pero necesitamos sentirnos necesarios e imprescindibles, así ha sido siempre y nosotros no seremos la excepción. Lo horrible es caer y ver que somos uno más, uno igual al otro, uno que puede ser sacado de donde está por otro mejor que llene tu vacío, un vacío imaginario, que sólo a ti te conviene tener para no sentirte tan mierda y no creerte el cuento de que eres un ser humano más sin nada especial, sin nada que no se pueda olvidar.